La luz roja es una forma de radiación electromagnética que se encuentra en la región del espectro visible. Tiene longitudes de onda más largas que las de la luz violeta, azul, verde y amarilla, pero más cortas que las de la luz infrarroja. La luz roja es perceptible para el ojo humano y se puede observar en fenómenos naturales como el amanecer y el atardecer, así como en las luces emitidas por fuentes artificiales como bombillas y LED rojos.
La luz infrarroja es una forma de radiación electromagnética que se encuentra en la región del espectro justo por debajo del espectro visible. Tiene longitudes de onda más largas que las de la luz roja y no es perceptible para el ojo humano.
La terapia de luz roja, también conocida como fotobiomodulación, utiliza la luz roja de baja intensidad para estimular la actividad celular y promover la curación en el cuerpo humano. Este enfoque ha ganado popularidad en diversas áreas de la medicina y el bienestar, incluyendo el tratamiento de lesiones deportivas, el alivio del dolor, la cicatrización de heridas y la mejora de la salud de la piel.
Los estudios sugieren que la luz roja puede penetrar en las capas más profundas de la piel y activar procesos biológicos beneficiosos, como la producción de ATP (trifosfato de adenosina) en las mitocondrias celulares, lo que impulsa la energía celular y acelera la recuperación. Además, se ha observado que la terapia con luz roja reduce la inflamación y mejora la circulación sanguínea, lo que contribuye a un proceso de curación más rápido y eficiente.
Similar a la terapia de luz roja, la luz infrarroja también se utiliza en la terapia física para aliviar el dolor y promover la recuperación muscular. La capacidad de penetración más profunda de la luz infrarroja la hace efectiva para llegar a los tejidos más profundos, como los músculos y las articulaciones, donde puede ayudar a reducir la inflamación, mejorar la circulación sanguínea y aliviar el dolor crónico.